Se conocen desde el año 3000 antes de nuestra era y desde entonces han fascinado al hombre por su singularidad y belleza. Se trata de la única gema que se muestra en todo su esplendor sin necesidad de facetarla.

Cuando un parásito, un grano de arena o cualquier otro objeto extraño se introduce dentro del molusco, éste se protege de la molestia recubriendo al intruso con pequeñas capas de nácar. Para que el resultado de esta curiosa formación se convierta en perla, el intruso debe estar situado entre la concha y la piel del animal.

Todas las perlas que actualmente se encuentran en el mercado han sido cultivadas por el hombre. En un delicado proceso, se introduce un diminuto cuerpo dentro del molusco y, si todas las condiciones son favorables, el resultado será una perla cultivada.

La tipología de una perla cultivada depende del propio molusco y de las aguas donde se cultiva, en función de estos elementos se obtienen perlas de diferentes tamaños, naturaleza y calidad.

akoya
Estas perlas se cultivan mayoritariamente en las aguas frías de los mares que bañan Japón y pueden medir entre 3 y 10 mm de diámetro. Se distinguen por su magnífico lustre.

australianas y tahitis En el mercado internacional se las conoce como South Sea Pearls, debido a que las aguas cálidas donde se cultivan se hallan en el sur del Pacífico. Australia es el mayor productor de perlas blancas, mientras que Tahití lo es de perlas negras y grises. De tamaño superior a las Akoya, pueden medir entre 9 y 20 mm, ya que los moluscos donde se forman son también de gran volumen.

mabe
De forma semiesférica, crecen formando parte de la concha del molusco. El hombre interviene de modo muy directo en su elaboración final, ya que una vez recortada de la concha, hay que rellenarla y cimentarle una base de madreperla.

keishi
Suelen poseer un gran lustre y ser de formas muy irregulares. Su principal característica es que no ha sido la mano humana quien directamente ha provocado su formación. Podrían llamarse perlas naturales si no tuviésemos en cuenta que son creadas por el nácar sobrante mientras el molusco está en proceso de cultivo.

agua dulce
Son las perlas que presentan formas y tamaños más variados. Se cultivan en lagos y ríos, y su producción es abundante.

Como en los diamantes, tampoco existen dos perlas idénticas. Por ello, también se deben tener en cuenta varios factores para valorarlas.

medida
Más que cualquier otro de sus aspectos, la medida es determinante en el momento de evaluar una perla, que se mide en mm de diámetro.

forma
Cuanto más esférica sea una perla, más rara es. Parece obvio, si tenemos en cuenta que ha sido la naturaleza la responsable de su formación. Por el mismo motivo, también encontramos perlas barrocas e irregulares que SIERRA suele recomendar si éstas poseen un gran lustre, una superficie limpia y un buen tamaño.

color
Adquieren una gran variedad de tonos. Dentro de la gama de blanco pueden aparecer rosados, grises, dorados y amarillos. Algunas perlas poseen la particularidad conocida con el nombre de Oriente, sobretono que envuelve la superficie y cuyo efecto se asemeja al arco iris.

lustre
Se trata de una extraña combinación entre el brillo de la superficie y el resplandor de su interior. El grosor del nácar es el responsable, aunque solo es verificable a través de rayos X. Cuanto más gruesas sean las capas de nácar, más alto será el lustre y más valiosa será la perla. Para SIERRA es este, sin duda, el factor más importante.

superficie
Como en cualquier otro producto de la naturaleza, podemos encontrar imperfecciones en la superficie de una perla cultivada. Evidentemente, cuanto más pura sea, más valiosa será.

parejas
Seleccionar dos perlas para que pueden formar una pareja y convertirse en unos elegantes pendientes no es una tarea fácil. Se deben considerar todos los factores nombrados. Dos perlas seleccionadas para ser pareja adquieren un valor superior por el mero hecho de ser iguales.